La teología menfita

La teología menfita es un resto epigráfico grabado en una losa de granito negro. Se trata de un himno al dios Ptah creador de todo.

El texto al que estamos haciendo referencia, la teología menfita, es un resto epigráfico que hoy se conserva en el Museo Británico, gracias a una donación particular. Se trata de una losa de granito negro, de no excesiva medida, ya que apenas supera el metro y medio de alto por algo más de medio metro de ancho. Su estado de conservación no es el más adecuado. Mucho después de ser tallada, la piedra fue utilizada por campesinos como piedra para moler. Por eso, el centro de la inscripción se ha perdido totalmente así como numerosos fragmentos del texto. Aún así, es posible entrever el contexto total de la inscripción.

Tradicionalmente, respecto a la fecha de composición de la teología menfita, se ha aceptado que fue escrita durante el reinado de Shabaka, monarca de la Dinastía XXV. Por lo tanto, la fecha oscilaría entre los años 715 y 656 a. de C. La inscripción obedecería al deseo de recuperar este texto por parte de este monarca, tomando como referencia un antiguo papiro que habría encontrado en el templo dedicado a Ptah en Menfis. De esta manera, sería una copia, más o menos fidedigna, de un texto cosmogónico que podría fecharse aproximadamente en torno al 2800 a. de C. Como hemos comentado, respecto al texto, no a la inscripción epigráfica, muchos investigadores defienden que se trata de una compilación religiosa original del Imperio Antiguo.

Dios Ptah

La propia inscripción de Shabaka refleja al principio que él ordenó la confección de la piedra a partir de un papiro hoy perdido. Basan su teoría en la presencia de numerosos elementos arcaicos en el escrito. Para otros egiptólogos, este himno al dios Ptah creador habría sido compuesto durante la Dinastía XIX o, incluso, XX, como defiende Zandee. Otros, como Junge, hablan incluso de una fecha muy posterior. Defienden que se trata de una obra del propio Shabaka, pero que habría utilizado un lenguaje de tipo arcaico para tratar de conferir una mayor autoridad al texto.

Aún así, la mayoría de los egiptólogos se muestran de acuerdo en un punto. Quizá, la estela conocida como “Piedra de Sahabaka” tenga más que una cronología dudosa. Sin embargo, el contenido esencial de la misma, esta especial forma de concebir la creación del mundo, tenga una gran antigüedad.

En el texto se recogen dos mitos sobre la creación del mundo. En uno de ellos, el Dios creador es Atón, quien a partir de su semen engendra a una pareja divina primordial, Shu y Tefnut. Éstos, a su vez, engendraron a Nut (cielo) y Geb (tierra). De esta nueva pareja, ya nacen Osiris e Isis, y Set y Nefthis. Todos estos seres divinos participantes de la creación conforman la llamada Eneada de Heliópolis. Otro de los mitos de creación toma como base la existencia de la Ogdoada, cuatro parejas primigenias que representan, cada una de ellas, las aguas primordiales, el espacio, la oscuridad y lo oculto. Estos ocho seres divinos fecundarían un loto que habría surgido de las aguas y que al abrirse daría a luz a un niño divino.

En el texto se recoge un himno al dios creador Ptah, relatando la manera en que fue creando a los dioses, al mundo y a los hombres. Se trata de un texto narrativa en el que se intercala, aunque de forma escasa, algunos diálogos. Pero también tiene un importante valor político, según los defensores de la teoría de la composición en 2800 a. de C. De esta manera, los faraones del momento tratarían justificar el traslado de la capital egipcia desde la ciudad de Heliópolis a Menfis. No en vano, en esta ciudad se encontraba fuertemente asentado el culto al dios Ptah. Se trataba de un dios de carácter local que pronto asumió una gran importancia en el ámbito nacional, hasta entrar entre las divinidades supralocales.

teología menfita

Ptah, según esta visión, es concebido como el dios supremo, bajo el cual se encuentra ordenado, gracias a su labor, todos los seres existentes, tanto divinos como humanos, las cosas y el mundo, así como todo tipo de relaciones establecidas en cada uno de los elementos integrantes de la creación. En este proceso creativo, la palabra es el principal elemento que juega un papel clave en todo el proceso.

A través de los sentidos, Ptah recogería toda la información sensible que sería transmitida a sus órganos. Entre estos, el corazón es el encargado del pensamiento. Empleando la información, el corazón sería capaz de concebir un concepto. Inmediatamente, transmitiría este concepto a la lengua, el músculo que al pronunciar la palabra correspondiente a ese concepto, lo crearía. De esta manera, y a partir de esta concepción, los egipcios consideran la palabra fundamental, y en especial el nombre con que son designadas las cosas. Si un objeto no tiene su propio nombre, entonces no existe.

Ptah, igualmente, representa el montículo primordial sobre el que se desarrollará la vida. En numerosos mitos, surge una porción de tierra de las aguas primordiales sobre el que se puede sustentar la actividad creadora. En este caso, esta primera tierra es la propia personificación del dios Ptah, como soporte de todo lo que vive, incluido el propio mundo. Pero Ptah no sólo es el promotor de la creación, sino que en el posterior desarrollo del mundo, no lo abandona. Para ello, crea un concepto, el maat, la verdad entendida como el orden y entendimiento justo.

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