La otra Piedra Rosetta

Durante miles de años, la civilización egipcia usó un idioma escrito llamado jeroglífico, éstos eran unos caracteres sagrados que solían estar grabados en la piedra de los monumentos; al mismo tiempo empleaban la escritura cursiva o hierática que fundamentalmente se plasmaba sobre papiros. Ambas formas eran indescifrables hasta el momento en que el arduo trabajo de desciframiento y traducción desarrollado sobre la piedra Rosetta dio sus frutos y se pudo, además de conocer su contenido, averiguar el significado de los jeroglíficos egipcios. La piedra de Rosetta es una piedra de granito oscura (a menudo identificada de manera incorrecta como “basalto”). El hecho de que a aquellos conocedores de la escritura egipcia no se les ocurriese realizar un manual en el que se explicase el uso de ese arcaico idioma fue básicamente el principal problema que mantuvo en un estado de ceguera a los muchos estudiosos del tema; la clave de la descodificación de la piedra se encuentra en el hecho de que, grabada en la misma, se plasmó un mensaje escrito en tres idiomas diferentes. La razón la encontramos en la enorme influencia del griego y del latín en lugar del idioma antiguo de jeroglíficos por lo que en esta misma piedra se encontraron tres diferentes tipos de escrituras: la primera parte está escrita en jeroglíficos, la segunda parte en demónico (otro idioma usado en Egipto) y, la última, en griego.

piedra roseta

Fueron Thomas John y Jean Francois Champollion (experto arqueólogo y fervoroso estudioso del tema) a quienes debemos atribuir, una vez descifrada la escritura egipcia, la magnífica traducción del texto. Tras su trabajo se descubrió que la piedra de Rosetta era la copia de un decreto de Ptolomeo V Epífanes del año 196 en jeroglíficos, en demótico (antiguo tipo de escritura mixto, con signos jeroglíficos y consonánticos) y griego. La parte escrita en griego empieza así: Basileuontos tou neou kai paralabontos tén basileian para tou patros… (El nuevo rey, habiendo recibido el reino de su padre…) que venía a representar una sentencia del faraón en la que se describían varios impuestos que había revocado. En el mismo se dictaba que el decreto fuese publicado en la escritura y en las palabras de los dioses (jeroglíficos), la escritura de la tenge (demótica).

Desde 1802, la piedra de Rosetta se exhibe en el Museo Británico en Londres. Como hemos comentado con anterioridad es un hecho que, en pleno siglo XXI, estaríamos hablando del idioma de los jeroglíficos como de un verdadero e inexplicable misterio si no fuera por el descubrimiento de la Piedra Rosetta.

En los miles de ejemplares editados el lunes, 19 de abril de 2004, un importante diario español se hace eco de una interesante noticia para el mundo de la Egiptología, el descubrimiento de una nueva Piedra Rosetta. De nuevo Egipto despuntaba como la cuna de los hallazgos más importantes de la arqueología y es que, a pesar de los interesantes resultados que han ofrecido varias expediciones en la zona, hacía 120 años que no se encontraban unos restos tan determinantes como los acaecidos en la Piedra Rosetta.

La piedra rosetaEl profesor de la universidad de Potsdam y director de las excavaciones realizadas en el delta del Nilo, Christian Tietze, junto a varios arqueólogos alemanes y egipcios afirman orgullosos que han encontrado una estela de la época ptolemaica del siglo III a. C. (238 a. C.) cerca de una estatua que representa a la esposa de Ramsés II en la antigua ciudad de Bubastis (a 120 kilómetros de El Cairo) de idénticas características y, así lo aseguran, con la misma importancia que tuvo el descubrimiento y desciframiento de la piedra Rosetta. La recién hallada tiene 99 centímetros de alto, 84 centímetros de ancho y 65 centímetros de grosor y contiene un decreto real de Ptolomeo III llamado Eurgetes emitido en el año 238 a. C. En el texto se aprecian las tres escrituras de la época griega: la jeroglífica, la demótica y la griega antigua con inscripciones en griego antiguo y con jeroglíficos, como vemos, muy similar a la famosa y hasta ahora inigualable Piedra Rosetta.

Resulta harto interesante el contenido que guarda dicho descubrimiento ya que se trata de un decreto del rey Ptolomeo III (246-221 a. C) en donde se hace gala del poder y los méritos de dicho monarca, a partir de dos idiomas: griego antiguo y jeroglíficos del antiguo Egipcio. La descripción de dichos méritos tiene como fin último mostrar la faceta del rey Tolomeo III como la de un gran conquistador (era apodado “El benefactor”) y la de un inmejorable político para con su pueblo ya que bajo cuyo reinado Egipto logró su mayor esplendor y entre sus innumerables acciones se destacan las medidas adoptadas para luchar contra el hambre, como es el caso de la importación de cereales de Siria y Chipre.

La magnitud de dicho descubrimiento parece ensombrecer la ya conocida ya que la Nueva Piedra Rosetta se cree que puede ayudar a descubrir aún más secretos de la civilización egipcia. En la actualidad, la clave de desentrañe cualquier código desconocido merece el apelativo de Rosetta. Es curioso cómo, en honor a esta famosa piedra, se le ha llamado misión Rosetta a la más reciente misión de cometa ya que se espera que dicha misión haga descubrimientos claves acerca del origen de los cometas.

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